¿Qué de malo hay en que un niño de 6 años cambie una cartilla por ir al circo?

Tengo que apreciar que los libros son muy importantes, que las cartillas deberían ser de gran apoyo en la adquisición de la competencia lectora y escritora, pero como Pinocho, muchos niños no le ven la utilidad o el sentido de sostener una cartilla, la primera emoción del niño es cuando abre su libro nuevo, con ese olor a nuevo que aún ya de grandes nos recuerda sea felicidad, es de suma importancia garantizar esa sorpresa, esa oportunidad de que los niños tengan la experiencia de tener algo nuevo y que les pertenece, pues de esa manera se van a sentir responsables de sus cosas y las van a cuidar y les van a dar mejor utilidad.
Ahora bien, examinando la actitud de Pinocho nada tiene qué reprochársele, pues hizo lo que cualquier niño haría, pasarla bien, pues este también desconoce el sentido mismo de la responsabilidad y por eso de la irresponsabilidad, pero condenar a un niño a convertirse en un burro por divertirse es decir que hay que cortarle las alas a los niños y no dejarlos jugar, pienso que la diversión no debe convertirse ni en un incentivo de premio ni en un castigo el quitarla, sino que el maestro debe tener la capacidad de apoyarse en las dos, hacer que la educación sea un juego para la vida y no un sistema de premios y castigos con el qeu se ha formado esta sociedad que termina vendiendo su dignidad por dinero, fama, y otras vanidades. Los niños, incluso Pinocho que era de madera, tienen el deseo de jugar y de explorar el mundo a través del juego, no se les debe condenar por ello.
Pues al chico de madera lo estigmatizan por ser diferente y en toda la historia cuentan que él era un niño de palo sin sentimientos que no sintió hasta que se convirtió en un niño 'bueno'. Pero este concepto de bondad está muy sujeto al autoritarismo y dominio de la cultura paternalista de los gobiernos. Una cultura sin críticas, sin opiniones subjetivas, sin diversidad y pluralidad.
Entonces el chico de madera estaba condenado a hacer y decir lo que quisiera la sociedad porque si decía mentiras su nariz, de madera también, se le alargaba sin darle la posibilidad de errar, pues cada error le costaba demasiado caro, al punto de que en el cuento Pinocho terminó siendo trabado por un gran pez.
Esto pasa también en nuestro contexto, vivimos cosas muy parecidas, los libros son tan costosos que nos toca sacar fotocopias y la pasta a color porque tener una cartilla ilustrada a color hoy no es una prioridad es un lujo, en una sociedad donde las oportunidades se cierran más y más, como en un túnel cónico con final en la punta cerrada, ¿qué nos queda para ofrecerle a nuestros hijos? Si no tenemos suficientes recursos tendremos que ingresarlos a un establecimiento educativo público y en Colombia estos tienen una calidad educativa muy baja.
Por último no hay que aplaudir ni desaprobar la actitud de Pinocho, sino reflexionar sobre las oportunidades que hoy en Colombia tienen nuestros niños para estudiar, porque si logramos que todos tengan herramientas: cartillas ilustradas a color, útiles gratis, morrales, laboratorios, etc.), pero no tenemos una reestructuración de las polìticas de calidad y una verdadera inversión gubernamental, sencillamente todo esfuerzo será inútil.
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